Su niñez no presagiaba que tendría un futuro tan promisorio, pero con esfuerzo, dedicación, consistencia y un amor único por la profesión que le correspondió, hoy Tony Peña puede sentarse a rememorar cada uno de sus éxitos en el béisbol en medio de la holgura en que convive junto a sus seres más queridos.
Tony, quien aún en la adolescencia caminaba descalzo en las calles de su natal Palo Verde, localidad de Monte Cristi, hasta semidesnudo en ocasiones y quien recibió sus primeros pitcheos de parte de su madre, Rosalía, es uno de los hombres del béisbol con más extenso curriculum de logros, tras su accionar de 18 campañas en Grandes Ligas y una carrera de primer nivel como dirigente.
Quien de niño creció ayudando a su padre, cargando sacos, dándole de comer al ganado, sembrar y cosechar arroz, cortar y cargar racimos de guineos, hoy y fruto de sus años acumulados en la gran carpa y su fiel pensamiento de que el béisbol no es una eternidad, puede considerarse un empresario con prosperidad, dueño de la empresa de agua Peñantial, así como fincas para la crianza de ganados, arroz, plátanos, yuca y otros rubros y vegetales.
“Soy una persona que vengo del campo, nací ahí y por eso gran parte de mis inversiones las realice ahí, desde niño sé lo que es trabajar en la agricultura, como se mueve todo el sistema y se me ha hecho más fácil porque es algo que he vivido de la infancia”, expresó el excatcher, tras participar como invitado central en el programa La Semana Deportiva que cada domingo produce Héctor J. Cruz, de 11 de la mañana a 1 de la tarde por CDN Sports.
Hijo de Octaviano Peña (obrero) y Rosalía Padilla (profesora), Peña como caso extraño recibió sus primeras prácticas de béisbol por parte de su progenitora, quien tuvo cuatro varones y una hembra y ella misma hacía los equipos de a dos de sus niños, era la lanzadora y también la árbitro, de ahí comenzaron sus primeros amores con el pasatiempo que el transcurrir del tiempo lo convertiría en el mejor receptor dominicano de todos los tiempos.
En la actualidad, Tony está dedicado por completo a sus empresas, Peñantial, que tiene ya 22 años distribuyendo agua embotellada a todo Santiago y zonas aledañas, con una muy elevada clientela, la cual tiene a su hija Jennifer como administradora y posee unos 100 empleados.
Asimismo, la familia Peña posee cuatro fincas, una de 2,200 tareas para el ganado, otras de 2,100 para el arroz y una de 750 tareas para rublos como plátanos, guineos, yuca y otros productos menores.
“En mi época de jugador quería que cuando se produzca mi adiós del juego permanecer la misma vida que tuve en mis cerca de 45 años en el béisbol y por eso desde joven comencé a realizar las inversiones de rigor que gracias a Dios tengo en la actualidad”, sostiene Peña sobre el confort que disfruta hoy, en que incluso no es de su interés retornar al béisbol, al menos por ahora. Tanto es así que cuando concluyó su contrato con los Yankees de lo primero que hizo fue tomar su aparato celular internacional, engavetarlo y aún permanece ahí guadadito.
Agrega que “Me paso mi tiempo entre las fincas, la empresa de agua y en ocasiones me voy a pescar junto con Ramón Arturo”, hablando en alusión a su hermano, exrelevista estelar de las Aguilas quien hasta hace un par de años era dueño de la marca de salvamentos en la Liga Dominicana, tras sus 88 en 18 estaciones. “En ocasiones nos sentamos, Ramón Arturo, unos amigos de infancia y yo, nos comemos un cerdito asado en la finca, en fin hacemos los que más nos gusta”, agrega
Joe Girardi lo llamó
Peña permaneció cerca de una década como coach de los Yankees, siendo miembro del equipo de trabajo de Joe Girardi, quien dejó de comandar al club en el 2017. En ese momento concluyó su trabajo en el béisbol, al menos por el momento, pues cuenta con 63 años. Este año, Girardi fue designado dirigente de los Filis se comunicó con su gran coach quizás con la finalidad de ofrecerle un trabajo, pero no prosperó.
SEPA MÁS
Oro del Clásico, principal logro
Invicto.
No lo piensa dos veces al afirmar la conquista de manera invicta del Clásico Mundial en el 2003 como el logro más memorable en su carrera en el béisbol. “quizás no contábamos con el mejor equipo, pero si con un grupo de hombres que vinieron a ganarlo todo
Manager del Año.
Fue Dirigente del Año con Kansas en 2003, solo Felipe Alou en 1994 y más tarde Ozzie Guillén lo han hecho.